viernes, 10 de enero de 2014

ISAÍAS 53 LA PROFECÍA DEL CORDERO DE DIOS

Saludos y que la bendición de Dios y la unción del Espíritu Santo este con todos ustedes. Que hermosa es la palabra de Dios! 
En el libro de Isaías podemos encontrar tesoros. En el capítulo 53, Isaías nos habla del Mesías, Jesús, quien sufriría por el pecado de todos. Una profecía así es sorprendente y llena de mucho significado en nuestras vidas.
Quien creía que Dios decidiría salvar la humanidad mediante un ciervo humilde y sufrido en vez de un rey glorioso. La idea es contraria al orgullo humano y la manera de pensar del mundo. Sin embargo, Dios trabaja a menudo en formas inesperadas. La fortaleza y grandeza del Mesías se muestra a través de su humildad, sufrimiento y misericordia.
Isaías, 53:2 - «Con todo eso subirá, como renuevo, delante de él; y como raíz de tierra seca. No hay parecer en él, ni hermosura. Le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos». No había nada en la apariencia física de este Siervo que fuera atractivo. El pueblo de Israel calculó mal la importancia del Siervo, lo considerarían como un hombre común y corriente. Pero aún cuando Jesús no atraía por su apariencia física, trajo salvación y sanidad a la humanidad completa. Mucha gente calcula mal la importancia de la vida y obra de Jesús y necesitan cristianos para señalar su extraordinaria naturaleza divina.
Isaías, 53:3 - «Despreciado, y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en flaqueza; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos». Este varón de dolores lo despreciaron y rechazaron los que estaban a su alrededor y hasta el día de hoy sucede lo mismo. Algunos lo rechazan por que se le oponen. Otros desprecian a Cristo y su gran don de perdón.
Isaías, 53:4 - «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido».
Isaías, 53:5 - «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él; y por su llaga hubo cura para nosotros». ¿Como podía una persona del Antiguo Testamento entender la idea de Cristo muriendo por nuestras culpas (rebeliones y pecados), en realidad cargando con el castigo que merecíamos?  Los sacrificios sugieren esta idea, pero una cosa es matar a un corderito y otra muy distinta es pensar en el Siervo escogido de Dios ocupando el lugar del cordero. Dios le permitía a la gente del tiempo de Isaías ver a través de la cortina del tiempo y ver el sufrimiento del futuro Mesías y el perdón resultante que quedaría al alcance de toda la humanidad a través de la muerte del Cordero.
Isaías, 53:6 - «Todos nosotros nos perdimos, como ovejas; cada cual se apartó por su camino; mas el SEÑOR traspuso en él el pecado de todos nosotros». Isaías habla de cómo el pueblo de Israel se apartó del camino de Dios y lo compara como oveja errante. Con todo esto, Dios enviaría al Mesías para hacerla volver al rebaño. Hoy día tenemos la oportunidad de mirar al pasado para ver y conocer la identidad del Mesías prometido quien vino y murió por nuestros pecados. Pero si vemos todo lo que Jesús hizo y lo seguimos rechazando, cometemos un pecado más grande que los israelitas de la antigüedad quienes no pudieron ver lo que nosotros vemos. Una pregunta, ¿Le ha entregado su vida a Jesucristo, «El Buen Pastor» (Juan 10, 11-16) o sigue pareciendose a la oveja errante?
Isaías, 53:7 - «Angustiado él, y afligido, no abrió su boca. Como oveja, fue llevado al matadero; y como cordero delante de sus trasquiladores enmudeció; y no abrió su boca». En el Antiguo Testamento, el pueblo ofrecía animales como sacrificio por sus pecados. Aquí el Siervo del Señor son pecado alguno, se ofrece a si mismo por nuestros pecados. El es el Cordero (53.7) ofrecido por el pecado de todas las personas. (Juan 1:29; Apocalipsis 5.6-14).
Isaías, 53:8 - «De la cárcel y del juicio fue quitado. Y su generación, ¿quién la contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes. Por la rebelión de mi pueblo fue herido».
Isaías, 53:9 - «Y puso con los impíos su sepultura, y su muerte con los ricos; aunque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca».
Isaías, 53:10 - «Con todo eso, el SEÑOR lo quiso moler, sujetándole a padecimiento. Cuando hubiere puesto su alma por expiación, verá linaje, vivirá por largos días; y la voluntad del SEÑOR será en su mano prosperada».
Isaías, 53:11 - «Del trabajo de su alma verá y será saciado. Y con su conocimiento justificará mi Siervo justo a muchos; y él llevará las iniquidades de ellos».
Isaías, 53:12 - «Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y a los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su alma hasta la muerte, y fue contado con los rebeldes, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores».
El Mesías sufrió por nuestro bien, llevando nuestros pecados para hacernos aceptos a Dios. ¿Que podemos decir de tanto amor y tanta misericordia para nuestras vidas? ¿Como le responderemos?  No olvidemos que por su gracia y amor somos hechos libres! Entregarle lo mejor de nuestras vidas es el mejor regalo de agradecimiento por salvar nuestras vidas para la vida eterna. Ya el sacrificio mayor fue derramado en la cruz. Ahora podemos hacer nuestra parte aquí en este mundo terrenal antes que sea demasiado tarde. Sin ÉL estaríamos pedidos. Síguelo!

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