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viernes, 20 de diciembre de 2013

CONSTRUYENDO EL TEMPLO DE DIOS


Las palabras de Jehová a David no fueron necesariamente las palabras que quizás David quería escuchar. David deseaba de corazón edificar un templo a Dios pero vino palabra de Dios a David.
1º de Crónicas, 22:8 - Mas vino a mí palabra del SEÑOR, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has traído grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí.
Cuando pensamos en David, pensamos: pastor, poeta, matador de gigantes, rey, antepasado de Jesús. En resumen, uno de los hombres más grandes del Antiguo Testamento. Pero junto con esta lista de cualidades, está otra lista no muy agradable. David era traidor, mentiroso, adúltero, asesino. Ya esto sería otro tema para otra entrada en este blog.
Dios dijo a David que el no sería el que construiría el templo. En su lugar, la tarea sería para si hijo Salomón. David supo aceptar con gracia este, «no» de Dios. No sintió celos por el hecho de que su hijo fuera el que tendría el honor de construir el templo de Dios, sino que se encargó de hacer todos los preparativos para que Salomón llevara a cabo su tarea.
Que buen ejemplo para ayudarnos en la construcción de el templo y el camino para encontrar y cumplir el llamado de Dios en nuestras vidas.
Somos templo de Dios. Y si aún Dios no reina en nuestros corazones debemos hacer un inventario de las herramientas y materiales necesarias para hacer de nosotros templos de su reino. También debemos despojarnos de las cosas que no nos ayudan a enfocarnos en la construcción.
1º de Crónicas, 22:13 - Entonces serás prosperado, si guardares para hacer los estatutos y derechos que el SEÑOR mandó a Moisés sobre Israel. Esfuérzate pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes.
No podemos desmayar. Debemos seguir firmes en la construcción de nuestras vidas en la gracia de Dios. Palabra de Dios!